Me echo de menos, aunque suene nihilista.
Echo de menos al yo que se encerraba en si misma y se sentía libre e independiente de este mundo loco y desordenado, caótico y a veces exagerado. Cuando la perfección se encontraba en un folio y un lápiz mordisqueado, en el blanco y negro, en una foto digna de anuario.
Echo de menos cuando la música todavía sonaba a poesía y cuando olía irremediablemente a tabaco.
Si sabía a los gintonic, que nunca llegamos a tomarnos.
Y esque todavía no se ha escrito la canción que suena como la banda sonora de mi vida. Aquí y ahora. En este sofa desprovisto de ti.
Pero esperaré paciente.