Vivamos cada momento con intensidad. Vamos a exprimirlos al máximo y a sentirlos sin remordimiento alguno, aunque no necesariamente de forma alocada, recuerda lo embriagador de deleitarse en ellos con delicadeza. Vamos a impregnarnos de su esencia, a respirarlos con cada poro de la piel. Vamos a dilatarlos en el tiempo y a enredarnos en ellos, hagámonos un traje de recuerdos.
Un traje de esos que crean una madeja de hilos que conectan nuestras vidas de la manera más increible posible.