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28 marzo 2011


Vivamos cada momento con intensidad. Vamos a exprimirlos al máximo y a sentirlos sin remordimiento alguno, aunque no necesariamente de forma alocada, recuerda lo embriagador de deleitarse en ellos con delicadeza. Vamos a impregnarnos de su esencia, a respirarlos con cada poro de la piel. Vamos a dilatarlos en el tiempo y a enredarnos en ellos, hagámonos un traje de recuerdos.
Un traje de esos que crean una madeja de hilos que conectan nuestras vidas de la manera más increible posible.





Y bésame muy lento, que quiero recordar la luz de la mañana con los ojos cerrados.

20 marzo 2011

Porque el sol poeta se moría ayer de envidia, algo brillaba más que su piel.

¿Se puede morir de felicidad un día, y de añoranza al siguiente?
Oh si, y de amor también.

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16 marzo 2011

Esta sensación pertenece a otra realidad, no se la puede expresar con palabras.
NO. Más bien no se debe, nunca se ajustarán por completo a la idea. Por muy precisas y estudiadas que estén, oh, enemigas en este caso, las palabras.
Y esque nunca nos habíamos llevado tan mal y tan bien a la vez, ¿cierto?
En qué momento os convertisteis en insuficientes y por qué.

Que dice más una sonrisa, una mirada,
un espontáneo beso, un te quiero en silencio.
Cógeme la mano que vamos a recorrer el mundo entero sin prisa alguna.


Que si tengo que usaros, prefiero la alega contagiada, el amor que no se acaba.

09 marzo 2011

Hijos de la bohemia


Angely Martinez

Mientras yo escribía mil relatos poco válidos, tu empolvabas la nariz con blanco porcelana y a la vez que ceñías tu cintura en ese rojo, escarlata, acudías a media noche a aquel molino, el único que no giraba.
Tu vida se reducía a la noche, esa jóven compañera, que al alcanzar su máxima belleza, moría con la llegada del día. Como tú.
Mientras yo escribía, mil relatos poco válidos, tu encontrabas divertimento en los destilados. Y en los jóvenes que lo descubrieron a tus labios. Mientras yo escribía mil relatos, hacía como que no veía, no sabía como era tu verdadera vida. Mientras escribía relatos, yo ocultaba la mía, que era en esencia la misma. No eramos más que dos desconocidos que se conocían demasiado, un par de maltratados por la vida, a los que las circunstancias había juntado.
Y la vida seguía, cruel como es ella, la más bella paseando por las aceras... mientras yo escribía mil relatos,mientras tú bailabas con extraños.