Me encantaba que nos separara poco más que el grosor de un papel de liar, sentir estallar purpurina en las venas si andabas cerca.
Odio seguir esperando aún, a que la luna devore a mordiscos la distancia cada madrugada. De tanto esperarlo tiene casi hasta encanto.
Menos mal que nunca me gustó hacer caso a los demás, cada reencuentro hace que todo merezca la pena:)
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